Abre tu pulso
a los envites de las olas
respira el viento embravecido
que la sal nutra tu pelo
y se carguen tus ojos de furia
de la rabia de las tierras en terremoto
que arrancan hasta el cielo sus montañas
del fervor de los colmillos del agua
y los rayos que caen entre tus venas
llénate
como una jarra transparente de luz
hasta perder tus gotas frías
en el calor de un verano
de este verano diamante
que decidió despertar tus raíces
y abrir las heridas de sal
que duelen de amor.
Porque el amor siempre duele
como la carne viva llena de sangre.
El amor como tormenta
de las aguas tranquilas
el amor en despropósito
que tumba en sueño los sueños
que los guarda bajo tumbas
los sueños que nunca fueron
sino excusas
en todo ese tiempo que no supiste querer.
Me dicen que el amor no es eso
que el amor impulsa
que el amor derrota
el amor indulta
amor que arroja
amor espina
amoratando mi pecho.
Dicen que el amor no olvida
y que el amor siente
que no claudica, el amor
ni se arrepiente.
El amor pesa en mis rodillas
y turba mis pupilas.
El amor me lleva de ojos hasta que tiemblo
y siempre me olvida
allí, en lo alto
mudo de sueños y vaciando cascadas.
Y cuando busco en el cielo respuestas
y mis ojos tan vivos, tan jóvenes, tan rotos
se pierden en las alas blancas de una mariposa
el consuelo de su vuelo
me arranca las lágrimas y las seca.
Como las flores quiero querer.
Como las flores quieren.
Como las flores.
–Agosto en Tailandia, 2023
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