La luz se difumina
en el húmedo perfil
simétrico y radial
de la madrugada.
En su plenitud calcárea,
el sueño merodea
por los cuatro ángulos
desnudos de la niebla.
Se anuncia imprevisible, confusa,
desflorando el concierto
iluminado y tembloroso
de cada astro.
Se levanta y llama
con presuntuoso ademán,
encerrando entre sombras
la soledad esparcida
y tal vez, amada.