Pudiera ser que en el viento
cabalgue loco tu nombre
buscando donde el silencio
a tu presencia responde,
y a la vera de un trigal,
donde la alondra se esconde,
descanse tu caminar,
justo a la vera de un monte.
Pudiera ser que la luz
te tema por ser hermosa
y te rete en la quietud
de un campo de tierra roja
vestida de juventud
como un cristal de colores
y luciendo en plenitud
bañada por girasoles.
Pudiera ser que los prados
despierten cuando tú pasas
silenciosa entre los cantos
estridentes de cigarras
y la soledad reinante
en cortejo te acompaña
con sigilo caminante
camino de las montañas.
Pudiera ser que la calma
enmudezca en su viaje
por respeto hacia tu llama
que incendia todo el paisaje,
y siendo de plata diosa
inmaculada de amores
por los campos de Segovia
te miran los girasoles.