Dejé las llaves en el sofá, un ángel y esta carta.
Allí, donde estatuas y canciones dormitan
Silba un hilo rojo la tonada.
Allí, libres acciones nos desmeritan
Y parece apagarse esta fogata.
Aquí, que prestas las notas acolitan
Tierna despedida jamás labrada.
Aquí, vago el recuerdo purifica,
Y un necio gesto le retrata.
Olvidé llaves y el alma mía, por si mi sonrisa no descarta.