Nadie te busca
y todo está en silencio
en madrugada.
Duermen las barcas
varadas en la rampa
cercana al puerto.
Hasta el nordeste
dormita con la brisa
y las resacas.
Nadie te llama
y sigues con tu sueño
tan perezoso.
Y es que las olas
que llegan a la playa
están dormidas.
Y las corrientes
de día, peligrosas,
están tranquilas.
Nadie te extraña
¡oh mar que tanto añoro
y que estás lejos!
¡Lejos y cerca
pues vas en mis recuerdos
y bien cosido.
Yo te preciso,
reclamo tu salitre
con tantos besos.
Y es que tus ojos,
tus labios y latidos
los necesito.
Despierta ya,
¡oh mar de mis amores,
quiero tus besos.
Rafael Sánchez Ortega ©
15/08/23