Se acabó la cruda guerra
Aunque en el campo de batalla
Aún humean los fuegos enemigos
Dolor y sangre ajenas
Encharcan los restos de mi piel
Heridas todavía sin cerrar
Lágrimas sin derramar
Quedan enquistadas, amargas
No hay descanso ni tregua
Ni tiempo para quitar la coraza.
Porque aún se sienten los golpes
Rasgando el aíre irrespirable
Lleno de ponzoña y veneno.