su vida de escombros verla
sentada al borde de la acera
no importa si pasa o se queda
a la sombra de una rueda
redonda como una galleta
de adoquines que al sol queman
del suelo
y sus torpes pasos quietos
junto a la lumbre desfilan
con tristeza manida
bajo gotas de llanto
en la cara
y de noche después
del viaje de ida el asiento
más arriba de su pelo
el calor el ruido el humo
reunidos alrededor
de sus caídas
y la voz del pasado
que fue al oído vacío
de la agonía como
cada instante de una vida
rota como el aliento hecha
trozos de candela que arden
de amor herido desnudos
y todos sus gestos
su cara descompuesta
en el momento de verla
sentada en la señal
en el borde de la acera
al pasar las manos llenas
de barro seco y saeta
ademanes que serenan
al aire en su dilema
dentro de un tiempo hueco
hay un rostro sin memoria
lejos del silencio atado
de los huesos
bajo piel húmeda y áspera
filamentos de humo negro
como el asfalto donde
sombras son sus pies descalzos
quizás vuelva más tarde
por donde vino a llamar
a la puerta sin zapatos
sin número ni vereda
entre o salga por la grietas
del dolor donde sueñan
los que sufren y permea
la vacuidad de la escena