Un quijote del presente despistado,
un ingenuo trovador en el desierto.
Es así como me siento y me despierto
cada día en este mundo asalvajado.
¡Cuán árido arenal mis pasos devoran!
¡Cuánta paramera sin fruto me envuelve!
¿Dónde encontrar esos tiernos brotes verdes
que la vida nos ofrece en cada aurora?
Porque no hallo quien me entienda tan siquiera
hoy me siento solitario entre la gente.
Mi razón es un escudo y me hace fuerte
ante el duro batallar de las ideas.
Hoy navego por un mar desconocido
y en mi barco se enarbolan viejas velas.
Es difícil mantener correcta estela
pues los vientos del respeto se han dormido.
No quisiera yo pensar que es calavera
esta lucha que mantengo con bravura
con quien sólo me contesta con preguntas
porque ignora casi todas las respuestas.
Será que fui un educando de otra escuela
y no pueda más que ser alma rebelde
por negarme a esta cultura de estrecheces
aunque triste realidad me sobrevuela.
¡Clamo al cielo que me alumbra todavía
por si el mundo es el que vence en este duelo!
Más vencido, dejaré aquí mis versos,
más si caigo, quedará mi poesía.