Sopla el viento lejano
Muerden los canes los frutos por estar benditos
Caminos henchidos de una flora que ostenta su fauna
Los silbidos invitan a una comunión con la naturaleza
Asistir a la entrega de las uvas y los vinos
Reliquias en las esquinas de la mesa
La cuchara parece hablar y ser la más atendida
Los círculos ya no expulsan sus mejores metales
A dónde habrán ido los ángeles de las copas
La sangre de los troncos modifica la piel de los mamíferos
Están sus flores seduciendo al jaguar
Se arrullan los cuerpos y los cuellos
Tanto pueden los brazos invitar al sueño
Oir las risas sin que importen las edades
Existen los niños representando una memoria
La ternura es la misma que necesita quien reace
Las siluetas y las genuflexiones se imprimen
Hablan por sí mismas y nos dicen que han vivido
Que la vida es el embudo del tiempo
Que no sirve ejecer resistencia
Livianos los vientos se encontrarán
Harán cantar a los ángeles en las copas
Y el cáliz será la concreción de los metales extremos