Vengo inspirado por una mañana implacable,
contemplando su bello rostro y su gesto;
al mirar por mi ventana me confieso culpable
no puede ser de otra manera soy honesto.
Mi corazón humilde se detiene a verla,
con la mano extendida como un pobre mendigo;
como aquel que ansia a una mujer tenerla
que conoce de amor y sabe lo que digo.
Al fin creció el rosal que no había crecido
en todo lo alto, de mi bello firmamento
y que en un día lo había dado por perdido.
dejándolo en el olvido de mi corazón sediento
y ahora sentirlo volver ¡porque estaba escondido!
es como abrir las puertas del amor en el momento.