Cántico, luz y dignidad
Los años ochenta de mil novecientos,
egregios, contentos, con fe y corazón.
El pueblo afanado con voz de gigante
gritaba: ¡Adelante por la educación!
Mujeres eximias y hombres valientes
alzaron sus frentes en la obscuridad:
mochilas en hombros, cartillas en manos,
sembraron los granos, oh gran dignidad.
Cruzando montañas, valles y praderas
cayeron quimeras de intenso caudal.
La patria sedienta, salió del ocaso
y fue paso a paso, misión cultural.
¡Oh gran brigadista que alzaste tu pecho,
nos diste el derecho de juntos remar!
El pan del saber llevado en piragua
marcó en Nicaragua la luz del hogar.
El sueño de Carlos; emblema conciso,
pues fue un compromiso de mucho valor.
El cambio de un pueblo que avanza sonriendo,
seguimos cumpliendo, ¡qué viva el amor!
Samuel Dixon