Te recuerdo así: joven, bella y radiante
Con bastos vestigios de llana inocencia
Entre una amalgama de manos impías
Que cambiaban tu párvulo semblante.
¿Tu nombre? No, no llega a mi constante
Pero dentro de mí, tus formas subsisten
En suaves contornos en mi mente delirante
Y cada día, puntual, acudes a mí, constante.
Tus formas y juventud destacaban
En esa inmoral jungla de amantes
Que siempre anhelantes aguardaban
de tu cuerpo poder impregnarse.
A mi solitaria vida, así te presentaste
Acaso por el azar, o algún supremo designio
Después de compras y trueques falaces
En ese basto y falaz expendio de carne y vino.
Llena de sucias caricias, Llegabas
Y De cumplir obscenas fantasías,
Que por monedas cambiabas
así eran siempre nuestros días.
De muchas y constantes travesías
Repletas de sexo y compradas caricias
Amén de purificaciones impías
Que mi abnegación blanqueaba
De verdad no me importaba
Que tu cuerpo comerciaras…
Si a mí… plena de amor llegabas
Y en mis brazos, tu pureza resaltaba.
Pero todo tiene un corolario,
y de esas impías y viles facetas
Solo queda por supuesto… el inventario…
y tus recuerdos, que llegan… a mí, a diario