Me llaman el caimán
el hijo del mal
del mismísimo maligno
del conudo
un macho acechador del fruto prohibido.
Mi deseo de tenerte es fuerte Josefa
mirándote con ojos de caimán
que no puedo resistirme
a esa silueta femenina.
Y del mismo fruto prohibido
mis lunas y mis serpientes
no disfruto
la misma piel que goce ahora
yace fría colgada como piñata
y el tenerte es mi castigo en cada oscuridad.
Del fuego que calienta también quema
y me queme en el pecado del fuego
pretendiendo ser bueno
sabiendo que soy el hijo del conudo.
dvflor.