Para vivir en un despoblado
hay que fortificar bien la casa,
agudizar los sentidos
y recuperar el sable
de un pasado de bucanero.
Ser el terror de los bandidos,
ladronzuelos de collares
y cuentas de colores;
las perlas de los océanos
esconderlas en un pozo,
que no hay piratas tan fieros
que naveguen por la tierra
pudiendo cruzar los mares
en su velero navío.