Por cama la arena desnuda, desnuda como tú, y como yo desnudo. Por único observador el inclemente sol, pese a su presencia la brisa marina nos refrescaba.
Era el oleaje en su ritmico sonido quien nos obsequiaba con su canto, canto que marcaba el compás, con cada ola que rompía en la playa, con cada ola yo te embestia en un sublime vaiven cuál ritual cadencioso llenandome a mí, llenadote a ti de gozo. Mi cuerpo ya no era mío el cansancio le era impropio.
Me aferraba a ti como el sobreviviente náufrago a su balsa, me aferré a dos manos sobre tus caderas y con fuerza te atraia a mí, buscaba en aquel momento en cada respiración agitada en cada latir de nuestros corazones papitantes al unisono habitar dentro de ti y que en mí tú habitaras.
Se confundían nuestro cuerpos, claro no estaba donde terminaba y dónde comenzaba cada uno. Nuestro sudor se mezclaba y tu aroma y mi aroma decidieron hacerse una sola fragancia.
Todo entre nosotros se unificaba nuestras lenguas danzaban entrelazadose y diciendo todo sin decirse nada.
El baile de nuestros cuerpos tampoco se hizo esperar y así fué como mis manos dejaron huérfanas tus caderas, manos que con delicadeza, pero con destreza, jugaron con tus rizos coronas de tus pensamientos. Recorrieron las ventanas de tu alma,posé mi indice en tus labios carmises, acaricie detrás de tu oreja, baje sutil a tu cuello, sostuve tus pechos en mis manos los volví prisioneros de ellas mientras tus pezones mordisqueaba luego.
Acariciaba todo de ti a mi paso, no quería dejar rincón inexplorado en tu cuerpo roce cada lugar de tu piel y como escultor que en la arcilla deja parte de su alma, parte de mi alma en ti dejé, tardé cuánto no lo sé, tardé lo que hacía falta no conocía de premura y contrariamente fué abajo y no en las alturas dónde encontré el cielo, dónde desvele los misterio, dónde fuente de ambrosía conocieron mis dedos, pero mis dedos ellos descubridores, rápido reemplazados fueron. Pues tan privilegiado lugar ocuparian mis labios.
Que puedo decirte llegado a este punto que de tu fuente mi sed calmé y digo calmé pues saciar no podré, me arrastra la gula tu elixir se volvió mi vicio, presioso líquido que no abandonaré.
Viajante yo de tu geografia recorriendote nos sorprendió la noche se posan sobre nosotros titilantes luciérnagas atrapadas en el terciopelo negro añil. Bajo este soberbio paisaje llegó la luna reemplazado al sol, el mar sigue cantado cómplice de nosotros, sobre mi pecho tu rostro, sobre tu rostro sonrisas. exhausta tú exhausto yo, sí exhausto los dos, pero ambos sabiendo que mañana para amarnos,
el cansancio no podrá frenarnos.