En la pantalla brillante, la pasión se despliega,
el celular cómplice, donde el deseo juega,
susurros al oído, como versos prohibidos,
dibujan historias de amores escondidos.
Las horas se desvanecen, números en la noche,
mensajes como gotas, creando un derroche,
cupido moderno, sin flechas, solo palabras,
conquista corazones, encendiendo llamas.
A la una, a las tres, a las horas insomnes,
el celular se convierte en cómplice de los nombres,
dos almas que chocan en un ciberespacio incierto,
tejiendo pasiones en un juego abierto.
La oscuridad es testigo, la luna, confidente,
el amor en la distancia, ardiente y persistente,
besos virtuales, como caricias en el aire,
pintan el cuadro de un amor que no se puede ocultar.
En un rincón privado, en la habitación virtual,
se encuentran los amantes, su pasión espiral,
la lujuria se desata, como un fuego sin control,
y el deseo avanza, como un torbellino total.
Casados que buscan algo más en lo prohibido,
encuentran en el celular su refugio compartido,
en la pantalla se funden, dos cuerpos distantes,
mientras el tiempo se detiene en momentos vibrantes.
Es el juego del amor moderno y atrevido,
el celular es el cómplice en este relato tejido,
de pasiones secretas, encuentros en la red,
donde los deseos ardientes encuentran su pared.