En el rincón de la fe y el compromiso, El diezmo florece como un suave aviso, Diez partes de frutos, el corazón decide ceder, Para sembrar esperanzas y sueños hacer crecer.
Como semilla en tierra fértil reposa, El diezmo germina, virtud que se propaga, En la iglesia o templo, el gesto resplandece, Cultivando el bien, en cada alma florece.
Es ofrenda sincera, un acto de amor, Que fluye del alma con fervor y honor, Con él se sostienen obras que transforman vidas, Y se alivian penas, curando heridas.
Mas el diezmo va más allá de lo material, Es semilla de cambio, espiritual caudal, Nutre la esperanza, el espíritu fortalece, Tejiendo hilos de amor, la comunidad engrandece.
Que el diezmo sea un lazo, unión entre seres, Un gesto de unidad que todos puedan ver, En cada décima parte, en gesto generoso, Se encuentra la semilla de un mundo más hermoso.
Así, en el ciclo eterno de dar y recibir, El diezmo es un eco que se hace sentir, Amando y creciendo, como río que fluye, Un regalo divino que en el alma se inscribe.
Que el diezmo sea un poema, melodía en el viento, Que impulse la esperanza, que alivie el sufrimiento, Diez partes de amor que tejamos con esmero, Forjando un mundo más justo, lleno de sincero afecto.