Cada vez que te acercas sin avisar
o me hablas al oido entre susurros.
Soy hielo que con cada roce tuyo
se desgasta y se derrite,
dejando una mancha efimera en la ropa.
Como un loco cruzo las calles,
persiguiendo a mi sombra.
Sumergido en el charco de mi memoria,
nado intentando atraparte
y quitarte la ropa.
Escondido entre zarzas te robe besos con sabor a moras.
Hambriento, me gusta comerte
cual tosta untada de nocilla por las dos caras.
Me chupo los dedos,
mientras me voy por el desagüe de tu ausencia.