Cada día que no me rindo es una apuesta
una chance, una oportunidad de ser de vuelta
de no apagarme
aunque siempre despierto con ganas de dormirme
de soñar hasta el infinito
de olvidarme del tiempo y de mi mismo
La obra de la vida no termina
todos los días hay que levantar paredes nuevas
revocar la esperanza, preparar mezclas
martillar, rastrillar, emparejar lo hecho y de vuelta
romper todo, refinar, volver a construir
Me cansa, esta casa que no se termina
este plan incalculable que se sigue extendiendo y prolongando
indefinidamente
ellos miran, no me entienden
me doy cuenta y no quiero explicarles
me molesta tener que excusarme por todo
Mi hartazgo es la constante
mi apatía y este dolor de espalda
mis ganas de dormir la siesta y no sentir culpa
porque el mundo siga rodando y yo quiera parar
mirar en perspectiva
desde un rincón neutral
Escribo y vivo de a ratos
entre recreos de la rutina
me escapo con el guante puesto
lleno de cemento en la mano derecha, un poco mojado todavía
y descargo la angustia como un tratamiento
entre el papel y yo
no hay motivos pero sigo pero estoy exhausto y apenas respiro
resigno, resisto el espejo de lo dicho y me digo
de nuevo
me pienso y espero
que se acabe todo
que se borre el mundo
o me queme yo
bajo el propio peso de la multitud que me acorrala
de todas las palabras que me rodean y esperan
hambrientas
para cenar