Luis Roberto Otero

Un perro yace en la banqueta

El porvenir se inunda de tristeza,

el inerte cuerpo perece en el suelo.

Cuatro ruedas declararon su fin.

El rojo vehículo de rojo se ensangrentó 

 

Un grito, un aullido, nada se escuchó.

No era alemán, no era inglés,

simplemente un mestizo

que ya no podrá morder.

 

Nadie reclama a su triste muerte,

su cuerpo se descompone en tan sucia banqueta.

Sin manada, sin nada, su muerte es solitaria.

 

Pobre, el perro quedó tirado,

su dueño... ¡Su amigo!, no recae en el llanto,

Solo no respira.

                                                                                Él recibió el primer impacto.