Sathya Sanahuja

Los veintisiete.

Mi relato recurrente, 

la muerte de mi mente, 

la desaparición de mi alma, 

desgaste de mi cuerpo, 

me he repetido demasiadas veces que nací estando viejo, 

que mi alma es un cuento antiguo escrito en pergamino, 

que la tinta desaparece y que no encuentro mi pluma, 

que nací molesta por todo lo que no he podido cambiar, 

que soy transparente, traslúcida, 

sin forma ni fondo, 

sin reflejo y sin sombra,

un cascarón abandonado, un pedazo de tierra aislado, 

la última fila de un autobús, 

el banquito del parque que recibió mucha luz, 

el semáforo que todos ignoran, 

el reloj analógico que ya no da la hora, 

soy el cajero que no tiene dinero y el estante del súper que se vació primero, 

soy la lluvia que da más calor y el zapato que a nadie le quedó, 

soy el ideal de un rebelde sin causa, 

el dolor de haber perdido algo que nunca se alcanza, 

el suspiro cuando estás triste, 

la página en blanco que te atormenta, 

las decisiones que no tomaste, 

los libros que no terminaste, 

una mezcla sin sentido de comienzos sin final, 

una figura que pretende conseguir paz, 

pero que ya no sabe dónde buscar.