El cielo se ha vuelto violeta y te pienso de nuevo.
Veo el sol, me ciego y comienzo a imaginar.
No puedo- más bien, solo no debo-
Tu pasta, por fuera, hermosa blancura
contrastada con coloraciones oscuras.
Perdido, solo yo, no puedo parar de mirar.
Solo leo en el bullicio del silencio,
contrario a los poemas, nacidos del lamento.
Desisto, me sonrojo, y no lo dudo, te quiero.
De las estrellas de ayer, ninguna existe.
Suelto, libero las palabras o desisto
a leerte, a escribirte,
o simplemente,
renuncio a quererte.