Confiesa el pretexto
de los aguaceros,
que si no son estos
es el adusto silencio.
Y en caso peor, el lamento sincero
que despellejo del ego
enmarañado rebaño
de gusanos y sueños.
Que enhebrando mi meollo
descosen el blindaje,
y la luz enfermiza
despoja la herida.
Como a niña turbada tras pesadillas
que no es socorrida,
la angustia verbaliza
duérmete vida.
©Azul Amparo