Se conocían de lejos, y por
primera vez estaban solos.
Ella, una joven princesa con ojos de
diamante, y se movía como serpiente.
Él, un guerrero apuesto y exiliado,
mirándola como un león al acecho.
Dos imanes ya muy cerca no pueden
ser separados, se atraían desde hace
mucho tiempo.
Ya estando juntos, él la agarró por
la cintura, ignorando su inexperiencia,
pero de inmediato ella comenzó a
sentirse insegura.
Dando unos pasos hacia atrás, incapaz
de lidiar con esa sensación que la hacía
perder su voluntad.
Cuando la abrazó con gran intensidad,
sintió los latidos de su corazón.
Se puso muy nerviosa; de repente,
de su vestido de plumas, una daga surgió
como un aguijón mortal, pero esta acción
no le dio a ella ningún resultado para
evitar ser acorralada,
ya que él no quería retroceder.
Era consciente que cuando él la miraba,
la hacía sentir inestable.
Ella se le acomoda en el pecho y después,
siente por primera vez el dulce de un beso.
En ese momento encontró una conexión
muy profunda y sin miedo ignoró la tormenta
que venía.
Estaban obligados a viajar a grandes distancias
con el fin de mantener la llama encendida
como la única opción.
Volaron juntos un largo trayecto, pero,
por desgracia, tuvieron que cruzar el espiral
sobre un frágil puente de luces y colores
que se desvaneció en ese mismo instante,
provocando la caída al vacío,
directo a un agujero negro, separando a la
joven pareja de estar unida.
¡Esto no les impedirá proseguir!
No era el final de un largo comienzo,
Ya que eran dos guerreros
que no conocían el sabor de la derrota.
Perseguirán esta poderosa fuerza
como su único deseo y no se rendirán
hasta que se encuentren de nuevo.