ESE AROMA A PINOS QUE ME TRAE EL TIEMPO
¡Ah! Ese aroma a pinos que me trae el tiempo
desmoronando las piedras de mi muralla.
Me alcanza un manojo de cielo abierto
volviendo en un suspiro vulnerable el alma.
El recuerdo ha bebido a sorbos esa fragancia
y hoy está guardado como una vieja carta,
empolvando aún la tersa brisa de mi infancia.
¿Por qué el tiempo llena de recuerdos el alma?
Aquellos días en que los pinos me vieron
custodiando un mágico vuelo de golondrinas.
Caminar libre, con la libertad de los sueños,
sintiendo el abrazo del Señor de la Vida.
Por esas distancias de tiempo que llevo dentro,
por las sendas del pinar mi soledad camina.
Cual colibrí ante la flor, reposa en mi alma el recuerdo,
y aquel niño quedó tallado entre mis ruinas.
Algo de mi quedó enredado en aquellos pinos
queriendo ser ave con su propia primavera.
Algo de mí entre sus ramas hizo un nido
donde se espina la tristeza de mis venas.
Hoy el recuerdo no es más que una lágrima invisible
que se ha quedado dormida ardiendo en mi pecho.
La razón me dice que de recuerdos no se vive. . .
. . . ¿Cómo vivir sin ese río que me va por dentro?
Ángel Alberto Cuesta Martín.