Dibujé con un puñado de sensibles letras el verme cambiado, el ser leal, abundante y abrazar lo que seré con la fuerza de verme nuevo.
Sin mirarme fue que viví durante años, ya no me reconocí cuando aquel reflejo describía alguien que no era más... No sabía quién era, pero si vi lo que ya no soy, de eso me di cuenta.
Lucho leyendo las historias de mi piel, tratando de averiguar de quién son esos labios qué encontré haciéndome daño y más cuando ya los había guardado pensando en cultivarlos, cuidarlos, regarlos y que de ellos nacieran del amor, del apoyo, del respeto el fuerte árbol qué, sin más, nunca prendió quedando en eso: promesa de amor.
Bendigo el tiempo tan escaso, valioso y grosero, hace qué el hacer el amor se sienta un renacer deteniéndose en su magia. Siendo un tramposo cuando no me dejó disfrutar más a mis abuelos, luego me chantajea con ser alguien en la vida o si no, se acaba, ¿Acaso no basta con mi evolución?
Intento darle forma a mi nuevo ser, busco algo en mi qué aun no sé si lo llegue a encontrar.
Con un suspiro como herramienta suelto al día mis ganas de vivir con la muerte cerca, dándole sentido a esto, a disfrazar de inmortales mis letras y quien yo era, poniendo entre medias lo que soy ahora con lo que seré nunca, pues yo dejaré de caminar, pero mi idea, mi pasión, mis amores, canciones y dolores van a renunciar a mi funeral y vendrán a la vida por cada gente que las lea y eso, me da seguridad de saber que, ahora, hoy por hoy soy eso:
Mis letras.