En mí corazón arde una llama que ni tempestades ni aguaceros aplacan su fuego.
Está ávido y en cada chispazo se incendia la hoguera.
Como apagar ésta llama perpetúa que ni la ausencia , ni el llanto amargo liberó su presencia.
Como desprenderse de su luz si sus cenizas se mantienen vivas arraigadas al tronco viejo que siempre se quema.
Como no sentir su calor si en inviernos de intenso frío y de hermosas primaveras revivo su ausencia y su esencia.
En mí corazón arde una llama eterna, que ni en cien años viviéra habría tempestad que extinguiera éste sentimiento que mí alma persevera.
Y aunque la vida y la razón nos separa ., vive en mí corazón una llama que ni el tiempo consumirá su memoria ni las ausencias olvidarán el sol que produjo su incendio.