La niña se está durmiendo
y un largo sueño la espera.
La madre, se desespera,
su niña se está muriendo.
La niña iba floreciendo
con su luz prometedora
y una madre, ahora llora,
su congoja y su dolor.
Llora y llora por amor
y con lágrimas implora:
—¡Salva Dios hoy a mi niña,
dadle vida por favor,
no te lleves a mi flor
que su pétalo encariña!
—¡Salva Dios hoy a mi niña,
que no muera, te suplico!
La oración que te dedico,
sale como el agua pura…
—¡Salva Dios a mi criatura,
dadle vida, te suplico!
Y pasó toda la noche
la oración nunca mermaba
angustiada, más lloraba,
y así fue noche tras noche.
Nunca supe de un reproche
de la madre compungida
porque Dios no dio más vida
al capullo que marchito
fue quedando, despacito,
como flor descolorida.
Los recuerdos se quedaron,
para siempre en la memoria.
Son recuerdos de la historia
y los ojos que lloraron.
Pocas horas más pasaron
y su cuerpo quedó inerte,
le llegó luego la muerte
a mi hermana en primaveras.
(Eras joven, joven eras...)
¡Cómo nos dolió perderte!
*Panegírico: oración