Todos tienen un sitio a dónde huir.
Por el escape de las delgadas líneas
blancas o negras.
Por los huecos expandidos de una caja sabionda.
Por las huellas formando un rostro viejo
en el fondo a rayas.
Por los pretextos.
Por la ignominia en los pinchos acorazonados
de las mismas ramas zalameras.
Todos creen saber la respuesta.
En los vacíos orales que dormitan.
En el sueño que no te he contado, ni te contaré todavía.
En las patrañas ahogadas en el charco de piadosas mentiras.
Todos solapados en el cuarto oscuro
bajando las escaleras.
Todos arremedan a todos en la moda
del mediocre reposet.
El aislamiento seca cualquier sensatez gris
o pasa su fría empatía con líquido caliente.
Busca beneplácito del escupitajo rancio
que cae desde la altanera maraña de tejas.
Nadie quiere ser escéptico.
Ninguno puede ser excepción.
La sombra ordinaria pausa cada movimiento en falso...
¿qué rendija te delatará?
Las yemas se queman y miran el espectáculo.
Las iniciales se tiznan para ser olvidadas.
Todos creen saber la respuesta; es una pena.
Todos piensan tener un sitio a dónde huir...
Sólo allá adentro, todos creen.
Yamel Murillo
Aleatorio
Crónicas noctámbulas©
D.R 2018