¡Oh mundo!
te conocí un seis de noviembre
hace ya noventa años,
en un humilde ranchito de madera
donde me parió mi madre
y que, como por arte de magia
se transformó en el hogar
que me acogió como si fuera
el rey del universo.
Ahí tuve una infancia muy feliz
una juventud, inigualable
y me hice el hombre
que hoy cuenta su vida
porque a Dios gracias
los años, si bien ablandan su cuerpo,
su memoria aún, no lp traiciona.
Ese hombre que estudió, trabajó
Y formó su hogar
con la mujer de sus sueños.
y trajo los hijos
que colmaron de felicidad
su andar por tus caminos.
Se habla mucho de ti,
unos te alaban,
que eres grande y hermoso
digno de habitarte,
otros te denigran, que no hay paz
que no se puede vivir, pues la inseguridad,
la pobreza, y las enfermedades,
acechan por doquier
Nada puedo negar, porque tienes de todo
pero eso sí, no tengo que, reprochar
porque como dice Nervo, soy el arquitecto
de mi propio destino.
Fui y soy, lo que armé
y puedo decir a esta altura de mi vida
¡gracias mi mundo querido!
por todo lo que me dejaste hacer
y vivir lo que quise a sabiendas.
El día que te abandone
estoy seguro, me va a doler
pero gracias a la resurrección,
tengo la firme convicción,
es una promesa,
¡nos volveremos a ver!