Bajo el cielo estrellado, tu piel resplandece como el lienzo de los sueños.
Cada roce, un poema sin palabras, una danza de deseo y ternura.
Tu juventud es un susurro de fragancia que embriaga mis sentidos,
un cuadro de la pasión que no necesita palabras rebuscadas.
En el silencio de la noche, nuestros cuerpos se entrelazan,
creando una sinfonía de emociones que sólo el lenguaje de la piel comprende.
Eres la poesía que se escribe con caricias,
la pureza de la juventud que se despliega como un libro abierto.
Tu esencia se funde con la mía, creando un poema eterno que el tiempo no borrará.
Somos dos cuerpos que se expresan en el lenguaje universal del deseo.
Así, en tu piel, encuentro la poesía más sencilla y profunda,
donde las palabras sobran y el amor se hace eterno.