Siento, siento tanto que creo que voy a explotar,
porque al hablar, mis palabras se quedan atrapadas dentro de mi ser
y en el proceso se pierden,
se distorsionan, se invalidan.
Así que escribo, pluma ardiente y corazón destruído.
Escribo, aunque las palabras solo me rompan más.
Porque los poemas brotan a caudales de mi ser.
Y escribo y escribo y escribo.
Pero las palabras no se sienten como un beso (uno de verdad)
no te abrigan como un abrazo,
no te cobijan bajo ningun brazo.
Las palabras (dichas por mi)
no me miran con consuelo,
no me llenan el corazón con esperanza.
O tal vez si.
Porque tal vez para mi, no existe nada más que las palabras.