Te deseo con todas las fuerzas de mi corazón,
por eso te doy mi amor, mi pecho abierto te entrego yo,
tomalo sin titubeos, rebalsará la fuente de tus deseos,
te será útil, cuando de una zarza ardiente necesites en el frío.
Calentara tu ser y tu alma y te desnudarás frente a mí, sensualmente y con calma,
la temperatura irá gradualmente subiendo, derritiendo todo alrededor mientras estemos cogiendo,
arderemos más que el sol, nos fundiremos como lava,
de mi amor presa estas y de mi cuerpo esclava.
De la noche anterior, aun cenizas quedan,
huellas de una erupción, donde la erección la cumbre nos revela,
de cuan alta es nuestra pasión y el deseo mutuo,
indicando que esta noche habra temblor, sobre el oceáno todo será fluctuo.
Nuestro amor será perpetuo,
nuestros horizontes infinitos,
en la oscuridad repercutirán nuestro gritos,
cuales leones en la indomable sábana,
cuando desnudos de amor nos entreguemos,
produciendo una lluvia torrencial que irrigará,
la estepa, muestros cuerpos y las sabanas,
ríos desbordados de pasión incontenible,
humedad en los besos y en la piel,
nada puede ser tan dulce… nada… ni la miel.
Si… ni la dulce miel se compara al nectar de tu labios,
ese que me atrae ciegamente, a esa flor de suaves pétalos,
que se abre y me encierra como una Venus
al contacto de mis labios con ellos.
Pero morir así, si que sería bello,
muriendo besándote, así se calma el caos
de mi alma, en el apocalipsis de amor,
que espera el fin del tiempo para unirnos
y revelar todo su esplendor.