Soleá del alma mía.
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Que bonita es la mañana,
si el sol dora su melena
cual oro que se derrama,
y que bella es su figura
con el pelo alborotado
asomando entre la bruma;
que bonito ver rostro
de azúcar, canela en rama,
o el cielo abierto en sus ojos.
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Yo quisiera ser el viento
para recorrer el mundo
suave y virgen de su cuello.
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Soleá, tú me conoces,
dile que mi amor me mata,
que no entiende de razones
este corazón herido;
que latir late por ella,
pero dudo que esté vivo.
Soleá del alma mía
el amor es un misterio
que se entrega a una sonrisa.
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Así que... canta y sonríe,
a ver si su amor florece
ante mis ojos febries.
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Fotografía y poema: Ramón Bonachí.