Fue como los nobles pájaros de pecho encarnado que alegran las mañanas con su canto armonioso. Como ellos, tenía el don de la música que obsequiaba sin avaricia. Como ellos, lograba que la melodía fuera motivo para reunir amantes, consolar al desdichado, alegrar las rutinas del pueblo.
No supo flotar, como ellos. Y por esa incapacidad su fascinante gorjeo expiró cuando, sentado en un avión, alzaba vuelo.