SERAFIN ZAPLANA

NO, A LA CORRECCIÓN IMPUESTA.

Cuan cansado estoy de amar,

cuando es por obligación,

y si es por aparentar

entonces, aún peor.

 

Esa impuesta corrección

que no nos sirve de “na”,

el, por quedar bien con otro,

porque parece mejor

que decirle la verdad,

es quedar contigo mal

si no le das tu opinión,

con total sinceridad.

 

Lo de cantar las cuarenta,

te da más satisfacción,

que fingir estar de acuerdo

y tragarte el camión.

 

No tragues,

di lo que piensas,

y al que se ofenda, borrón,

borrón por siempre jamás,

que no merece la pena

aguantar la necedad,

la hipocresía, la maldad,

la angostura tan estrecha,

de esas mentes sin piedad,

tan prestas a criticar,

pero nunca a perdonar

lo que en otros ven tan mal,

y ellos, lo hacen aún peor,

porque capaces no son

de ver su incapacidad.

 

Quien quiera que yo le quiera,

también tiene que querer

ser persona que muriera

por ser persona de bien.

 

No debe ser embustera,

el cinismo ha de dejar

por toda su vida entera,

hipócrita no será,

este es vicio muy hortera

y que me cae muy mal.

 

Ir de frente y por derecho

debe ser su prioridad

partiéndose cara y pecho

por defender su verdad.

 

No digo que yo lo he hecho,

yo… me dejé doblegar,

torcí mi brazo derecho,

y… no lo pude enderezar,

desde entonces voy maltrecho

vagando de aquí “pallá”,

consciente, que no hay camino

que se pueda desandar,

igual que el agua del río

que nunca vuelve a pasar.

 

Ocasión desperdiciada

no se vuelve a presentar,

y la conciencia no deja

que se te pueda olvidar

aquella ocasión perdida,

en que, pudiendo tu dar

como hombre la medida,

te quedaste en poco más

que marioneta encogida

sin hilos con que bailar.

 

Lucha…

Defiende…

Pelea…

 

No te dejes domeñar,

que tu opinión razonada

nada la puede acallar,

y al que se ofenda…

limones,

limones para chupar,

que si la verdad es agria

la mentira es mucho más.