EMBRIAGUEZ
Allá, a lo lejos, enmarcado por la distancia,
un recuerdo bulle en el cobertizo del alma.
Reclama la habilidad que el alcohol escancia
en la geografía cruel de la voluntad quebrada.
Vapores internos como erráticos apuntadores
acosan, asiéndose a la barra de la cordura,
la doblegan y paralizan. ¡Oh tristes conjunciones!
desdibujándolas en la paleta de las brumas.
Sin pies, sin manos, cual horca adusta
reclamando la languidez de tu debilidad,
del carácter con sumisión y miedos abusa
sin mas extremidades que las que tú le das.
Amigo. Cuán quebrado estás, y perturbado,
desgarrado el sentimiento, aún perdura.
La botella lleva en su interior herrumbrado
el lastimoso pasaje a tu propia sepultura.
Amigo. ¡Libérala!... ¡Ten piedad de tu alma!
No la maltrates en el éter engañoso del licor.
Déjala retoñar con lágrimas de campana.
¡No te consuele más la embriaguez que el dolor!
Ángel Alberto Cuesta Martín.