Siento el turbio aliento de los años a mi espalda
y así el mismo sueño se me torna en amenaza
por la causa del silencio momentáneo a eclipsarse
incansable en mi casa dándole al boli:
yo no tengo ni infancia para callarme a esa hora
ni me pueden matar con el ansia al que imploro
mientras dure la fábula y ya no más episodio
de mí crónico insomne...
Me sitúo frente al foco de mi gloria y soporte
por ninguna intuición ni demás pasodoble;
desde luego no soy quien se casa hoy
ni me importa ni un poco que me incordies
si eres persona de coco razonable
y en ti se abre un cielo más allá de este cadáver
andando por la calle como si nada le lastrase
a través de la fase más ardua de este videojuego implacable.