Mi alma está ausente.
Hasta yo mismo me pregunto
de qué está ausente mi alma.
¿Tal vez de sentimientos?
Ni yo mismo lo creería.
No. Estoy ausente de incentivos.
Son nada más que penas.
A veces la vida
te depara sorpresas imprevistas.
La vida te otorga sorpresas
felices, y a veces, de las otras.
Lluvias, por ejemplo,
constantes lluvias.
También los fenómenos
climáticos te envían granizo.
Piedras. Están las pequeñas,
y están las opuestas.
Esas grandes piedras
que destruyen...
todo lo que tengan
debajo de ellas.
Campos. Plantas.
Animales. Pájaros.
Vehículos. Letreros.
Vidrieras, Toldos.
Personas que lesionan.
Física y mentalmente.
El destino también
te envía la enfermedad
de un ser querido
de tu familia.
O de una amistad.
A mí, me pone mal.
Me entristece.
Me apena. Debilita mi espíritu.
Aún así, con lluvias, granizo
y enfermdades, la fe
no la pierdo.
Son situaciones y momentos
que los humanos debemos
sobrellevar. Aceptar.
Pedir. Suplicar. Rezar.
Rezar a Dios para que
todo esto no suceda.
Para aceptarlo con fortaleza.
Son momentos que yo
no puedo controlar.
Solo momentos.
Después, todo pasa.
A medida que pasan los días.
A veces me pregunto
por qué tantos
sentimientos...
No estoy en contra de ellos.
Me ayudan a ser mejor
persona. Amar más aún.
Y en este mundo hace
falta dar tanto amor...
Amor hacia la familia,
los hijos, los nietos
los hermanos, los amigos,
el vecino, los conocidos,
y también a los
que no conocemos.
Sentimientos, de solidaridad.
De acompañar. Sentimientos...
Si tuviésemos en cuenta
que todos vamos
a ir a hacer el descanso
eterno al mismo lugar...
Sentimientos, tan solo sentimientos.
Todos los derechos reservados del autor ( Hugo Emilio Ocanto - 06/10/2012)