Has venido a suplicar y mi alma no te recibe.
Estuve esperando la eternidad, por tus besos.
¿Es que tú no deduces que, el amor prescribe?
Cual ladrón huiste y, para mí, eres uno de esos.
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Mi alma conoce del abandono Ella, lo percibe.
Por tu abandono, yo sufrí tanto, lo confieso.
Te quiero mucho, pero mi cuerpo no te recibe.
Así, loca de amor, creí atraerte con mis rezos.
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Yo hubiera querido que tu visita me alegrara.
Y no fue así, me sentí acosada, no me avisaste.
La noche estaba trágica y yo, muy sollozante.
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Jamás pensé que tú, en mi soledad, pensaras.
Con rudeza y furia todo mi amor estropeaste.
Espero, hoy entiendas, mi actitud beligerante.