marioneta

Creo Escuchar la Octava Sinfonía de tu Distante Beso

En una noche escrita por Benedetti, mis lágrimas corrían.
Caminé bajo la luna preñada de luz y me desnudé de melancolía.
Te encontré en un templo llamado estrella, parecías lúcida
como un cristal que gira en el fondo de un joyero, dormías.

Abracé el silencio que en tus ojos agonizaba,
tenías la piel de nácar y una mirada que espantaba el alba,
sentí la lluvia de tu aliento, la tesitura de tus cabellos,
comprendí que era un espejismo, una lastimosa agonía.

Me vacié el alma de aquello que me ahogaba
y al escuchar el latido del viento en las gárgolas
y la señal mustia de una sombra en la enredadera

dejé volar el último sonido de mi respiro.

Es de noche de nuevo y Benedetti la conjuga con un verso lejos.
Tú ya no apareces, solo un par de luciérnagas sin dueño.
Aún creo escuchar la octava sinfonía de tu distante beso.

Yaneth Hernández

Venezuela

Derechos reservados.