Tarde dorada
que busco en el recuerdo
y no la veo.
Pero allí está
seguro que ocultando
tantas sonrisas.
Era una tarde,
quizás como otras tantas,
en que salimos.
Y nuestros pasos
marcaban en la arena
ligeras huellas.
Cerca, las olas,
dejaban las canciones
de las resacas.
Tú, me contabas,
proyectos que tenías
para el futuro.
Yo, suspiraba,
queriendo compartirlos
y estar en ellos.
Y en un instante
paramos nuestros pasos
y nos besamos.
Sin darnos cuenta
el tiempo detuvimos
por un momento.
Besos y abrazos
recuerdo, de aquel rato,
y siguen vivos.
Te amé, mi vida,
te amé y te sigo amando,
nunca lo olvides.
Rafael Sánchez Ortega ©
30/08/23