Atardece...
Si supieran...
el complejo entramado de vida
que observo.
Matas oportunistas
abrazan a los grillos
dándoles cobijo
a cambio de música.
Las estrellas aparecen
y la laguna en subsuelo
augura en suplicio lluvias hermosas.
Alimenta a las hierbas
que me embriagan.
Lo biológico es poético,
la ciencia del arte...
El gorrión marcha,
el murciélago aparece.
Los dos en mí,
mientras ando
los vivo de lo inerte...
Amanece...
Disfruto sin esperar
que reconozcan arte.
La naturaleza me calma,
ayuda a encontrarme.
Mi perra casi tiene veinte
y aún ganas
de seguir viviendo.
Yo le imploro a la mañana
que me deje vivir mis sueños,
aunque solo rimen los latidos...
que dictan lo que escribo.
¿Dónde está el renacimiento
aquel que doy por perdido?
Dentro de mí
siempre lo he sido.
Me bautiza la brisa fresca
que trae cantos de ruiseñores.
Ya llegó septiembre
con sus albores...
de despertar en sueño de corazón;
la vida, el presente
y su canción.
Quiero que a mis pasos los marque
el tarareo de los árboles
azotados por el viento.
Que las aves me lleven en vuelo
y mi cuerpo con sus cantos
surque los cielos,
sin esfuerzo.
Tengo que salir de la mente
y su vicio
para elegir mi vida.