Se han derribado muros de silencio,
que asfixian las palabras,
dando espacio a dolores acumulados,
opresores del afecto,
de caricias que vagan,
como fantasmas inquietos,
arrastrando su fardo de miserias,
de recuerdos mutilados.
Muros que nos mantenían presos,
en el viento denso del resentimiento,
envueltos en sus encajes,
como telaraña que nos atrapa,
acudiendo al terror de los recuerdos,
imponiendo su sombra gris,
que nos abraza y estrecha.
Se han derribado, prolongados en el miedo,
que brota de los huesos,
como tormentas que estallan,
prisioneras del tiempo.
Se han derribado muros de silencio,
que se erguían bajo cielos ásperos,
se han derribado con palabras de amor,
que se dicen en silencio,
que se entregan en abrazos,
entre sudores y deseos.
Se han derribado con los cuerpos desnudos,
amarrados a los senos,
en su oquedad de silencio.
Se han derribado envueltos en secretos,
con tan solo una caricia y un beso.