Aunque no tengo ni arte ni talento
yo quisiera componer un soneto;
pero al intentar formar su esqueleto
no tener que morir yo en el intento.
Ante los escritores de sonetos
yo siempre me quitaré el sombrero
porque ellos tienen el ritmo certero
y se merecen todos mis respetos.
¡Quién un soneto pudiera escribir!
¡Quién como gallo altanero cantar!
¡A mí, los cuartetos me hacen sufrir!
¡Ya de tercetos no quiero ni hablar!
Y a esta estrofa que no quiere morir,
hoy, mi último suspiro le voy a dar.