Alegra que me quieras otoños y veranos;
alegra que me tengas en tus sutiles manos.
Con dicha ahora veo, cargados de emoción,
tus bellos ojos negros en tu linda silueta
y hermosa te dibujan mis versos de poeta
que escribo vida mía, ¡colmados de pasión!
Te pido que te quedes conmigo en mi regazo;
te pido que me abrigues con ese tierno abrazo.
Y si en las noches frías y en el amanecer
mi cuerpo ya dormido, temblando por el frío,
sediento de tus brazos, te pediré amor mío
¡Qué el frío no me mate ni en el atardecer!