En esta mañana de septiembre
evoco las bondades
de tu bendito vientre,
abriendo oportunidades
a mi alma, a mi mente.
Nuestro amor inició
en el mes nueve,
un Domingo veinte,
al surgir de tu fuente.
Un mediodía referente
cultivó la fragancia
de un jardin floreciente
que regocijó la estancia.
El tiempo pintó el fragor
de la primavera,
que, entre luces, la luna y el sol,
plasmaron huellas y estelas,
Oh día fructuoso,
ya en mi otoño,
te llevo en mis lomos,
superando retos y escollos,
en un mundo escabroso.
Mi reverencia, mes fecundo,
vertiente de mi existir,
de tus días soy oriundo,
de tu seno, mi sentir,
el de un hombre furibundo
que apela a ser feliz.