Me he enterado, por otras personas,
de la muerte de tu padre, en estos días.
Sé que ya había cumplido su cometido,
en esta vida, azarosa en su esencia,
de duras jornadas, de incansables tareas,
de formar una familia, de ser la cabeza,
de alentar a sus hijos a lograr sus sueños,
de ser fuerte, cuando se necesitaba,
de ser amigo, cuando así se requería,
de estar al pendiente de todo y de todos.
Estará ya en un plano desconocido, inexplorado,
los años no pasaron en vano, todos juntos,
poco trato tuve con él, lo reconozco,
pero siempre respeté su perspectiva de vida.
Por lo poco que supe, fue extraordinario,
daba lo mejor de si en su trabajo, en su vida,
podría no estar de acuerdo con sus creencias,
pero siempre daba, por cierto, su bonhomía.
De alguna manera, estará mejor ahora,
sin enfermedades, sin medicamentos,
sin preocupaciones, sin sus viajes,
creo, sinceramente, que ahora descansa.
Te mando un abrazo, sincero como siempre,
espero que, de esta pérdida, te recuperes,
tan pronto como te sea posible,
estará tu padre en mis oraciones,
junto a las que rezo a diario por ti,
recordando siempre a quienes no están,
en mi vida, en tu vida, por la eternidad.
Recuerda que espero, pronto, algún día,
darte un abrazo y un beso, uno sólo,
te extraño y hubiera querido,
estar contigo en ese momento,
y en cualquier otro, junto a ti,
recordando lo que, fuimos tú y yo.