Por cada vez que tu corazón sangró
cuando te enamoraste en niveles tan altos,
por cada pisada tuya en caminos de espinas,
surgieron páginas y páginas de una historia
donde se percibe el olor a hombre
y las humedades de mujer
y que la hacen en el baluarte
contra los embates de los bárbaros;
en ella se puede sospechar lo venidero
e intuir los discursos de los próceres.
También yo entregué mis entrañas
por el calor en la entrepierna de la fémina,
y mi canto se forjó del líquido de mi corazón;
también planté mi amapola
en el vientre de mujer y sus pétalos
aún se mantienen en el combate
para no sucumbir a la ira del verano
o a la crueldad del invierno.