racsonando

¡Amaneceres!

Tomé tus manos entre las mías

(En ello fundimos nuestros credos)

Y fue entonces cuando el viento pasó presuroso entre las sombras de los cipreses,

lo detallé diminuto, minúsculo, 

como sin lluvias, sin pájaros,

sin árboles ni cuerpo,

apenas como con tiras de la noche...

sin sus voces, sin su tiempo,

como sin él.

Eras tú

Era yo

Los dos.

Sin ellos.

Y entonces amé tus manos

Y eternice entre los latidos del pecho 

Este palpitar de voces

¡Nuestra voz!

Y fuimos almas abrazando

Indecibles gestos del amanecer.

Racsonando ando